La parada de los monstruos

1932. Freaks / Fenómenos USA. Director: Tod Browning.

Fenómenos, 1932
Freaks, película


Polémico retrato de la discapacidad

Freaks, conocida en Latinoamérica como Fenómenos es una polémica película sobre el mundo de las personas de la discapacidad y el mundo del circo. Se trata de un retrato terrorífico, donde los monstruos son equiparados a los minusválidos, que son para el director los rechazados por la sociedad.

Está crítica es de la pocas que calificarán a esta película como regular. Más allá de sus valores cinematográficos (técnicos o artísticos), la película se introduce en un terreno muy delicado, dejando muy mal parados a los discapacitados.

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¿Es acertado juntar el terror con la discapacidad?


Siempre he pensado que el género del terror es muy útil para acercarnos a la comprensión de los estados traumáticos que experimentan las personas ante diferentes vicisitudes. Gracias al terror podemos ponernos en el lugar del otro y llegar a experimentar muy parcialmente su problemática. Sin embargo, no creo que sea apropiado hacer terror con/de la discapacidad, más que nada porque la discapacidad no es ningún estado mental alterado, si bien películas como ésta pueden caer en un estereotipo de estas personas.

La parada de los monstruos, 2

Una película que no acierta


Nunca valoro una película únicamente en términos de contenido, ni tampoco por su ejecución, salvo en el caso de propuestas gore sin sentido, racistas o con un uso marketiniano de explotación de la violencia extrema, a las que no encuentro un pase. Sin embargo, la considerada película de culto La parada de los monstruos (1932) es, en mi opinión, una producción que ridiculiza a las personas discapacitadas, bajo el pretexto de denunciar esta misma ocurrencia.

Muchas personas pensarán que a quién trata de ridiculizar la película es a las supuestas personas “normales”. De lo que no cabe duda es que se ridiculiza a ambos. Los “normales” porque no lo son tanto. Y los “discapacitados” porque supuestamente tampoco son muy normales.

En definitiva, la película ataca el concepto de “normalidad”, algo que es positivo, pero para ello juega con una supuesta “anormalidad” y cae en el estereotipo cuando subsume el mundo de la discapacidad bajo la etiqueta de los “freaks”.

La parada de los monstruos, 3

Esta película acaba siendo más monstruosa que los propios monstruos:


La película muestra una amplia gama de personas discapacitadas, con el objeto de "denunciar" que son tratadas como monstruos por la sociedad. Es cierto que esto sucede y no solo con las personas discapacitadas, sino con cualquiera al que se le pueda atribuir la etiqueta del Otro (las que padecen obesidad, tienen un color de la piel diferente, una orientación sexual minoritaria, etc.). Sin embargo, la película no hace sino contribuir a mostrar una serie de escenas donde diversos personajes discapacitados son ridiculizados, lo cual no es un sinónimo de una película de "terror", sino de fobia al Diferente.

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No creo que sea justificable aplicar una enseñanza moral, recreándose en aquello que se pretende denunciar. Esto me recuerda a la película Saló, o los 120 días de Sodoma (1975), donde para denunciar la corrupción de la sociedad, el film se recrea en el sadismo y las prácticas pederastas. No tiene un pase.

Evidentemente que el cine tampoco puede ocultar o minimizar la tragedia y violencia que envuelve la vida, pero hay que considerar un límite ético a la hora de abordar un tema. Así, La lista de Schindler (1993), de Spielberg, ofrece un relato desgarrador del sufrimiento de la población judía, pero el tratamiento es dramático y realista, de ninguna manera "terrorífico", porque proponer hacer terror con el Holocausto, además de "metonímico", sería muy irrespetuoso con sus víctimas.

Hace tiempo que sabemos por los estudios interculturales que para lograr mejorar la sociedad en el sentido de ser más tolerante con la diversidad socio-cultural es más práctico mostrar discursos integradores, que realidades desgarradoras. Por ejemplo, sabemos que la inclusión de personajes homosexuales haciendo vidas "corrientes" con otros personajes heterosexuales es más práctico que caer en el estereotipo de mostrar un personaje amanerado y totalmente diferenciado del resto. No es lo que ocurre en esta película, donde los llamados "freaks" se convierten casi en objeto de parodia.

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El problema es hacer terror con las personas discapacitadas


El trasfondo de la historia hubiera tenido un pase bajo otro formato audiovisual. Quizás, un documental o una película histórica de carácter realista sobre el tratamiento burlesco que la sociedad daba a las personas con discapacidad pudiera haber sido una solución. Así, El hombre elefante (1980) de David Lynch logra ser sobresaliente porque nos muestra una historia con un trasfondo integrador, con un tono de carácter realista. La humillación a la que se somete al protagonista es manejada con mucha delicadeza, ya que el objetivo de un film así no es recrearse en el dolor, sino llegar a comprenderlo.

Así mismo, no creo que sea apropiado hacer una historia que subsuma a todos los discapacitados del circo, bajo la idea de unos "freaks", olvidando las historias particulares y los sentimientos individuales.

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Un film morboso y poco intercultural


En definitiva, esta película es una propuesta morbosa, cuyo supuesto "aliciente" es ver a un conjunto de personas discapacitadas atacando a "personas sin discapacidad aparente". Si queremos un cine plural e intercultural, este film no es la mejor muestra, ya que cae en el estereotipo de homogeneizar el mundo de la discapacidad, aunque sea con una supuesta pretensión de denuncia.