1996. Getting Away With Murder. USA. Director: Havery Miller.
Una historia interesante pero contada con trompicones
Un asesino muy ético (1996), en inglés Getting Away With Murder, es una comedia negra sobre un asesino que queda libre de la justicia por un error técnico. Cuando su vecino se entera tratará de desenmascararlo.
A la película le cuesta arrancar y el espectador no se siente a gusto en una trama algo lenta, que no explota suficientemente el carisma de sus actores. No obstante, el film se deja ver porque aborda una historia interesante y cuenta con unos efectos musicales muy correctos, que aúnan tensión dramática y comicidad.
Asesinatos de risa
El film entronca con otras producciones de comedia negra del estilo ¡Por favor, maten a mi mujer! (1986), Tira a mamá del tren (1987), La guerra de los Rose (1989) o la excelente La muerte os sienta tan bien (1992).
Dos grandes cómicos
A pesar de sus limitadas virtudes artísticas, el largometraje merece mucho la pena por su reparto: Dan Aykroyd y Jack Lemmon.
El primero, Dan Aykroyd, es un actor que ha sabido, con altibajos, mantener una trayectoria de interés desde los años 80 con propuestas como Granujas a todo ritmo (1980) o Mi novia es una extraterrestre (1988)" seguida de las Mi chica (1991) o El gran lío (1990) en los 90, a las que se sumarían La maldición del escorpión de jade (2001) o Amor sin condiciones (2002) en el siglo XXI.
De Jack Lemmon (El apartamento (1960), Primera plana (1974) poco se puede añadir que no sea recordar que las comedias actuales quedaron huérfanas tras su muerte.
La combinación de estos dos grandes actores de la comedia podría haber dado mucho más de sí, con una mejor dirección y puesta en escena, aunque el resultado final no desmerece en exceso. Jack Lemmon no termina de convencer interpretando a un sospechoso criminal. De hecho, puestos a elegir, Aykroyd hubiera ofrecido un mejor registro que aquel. para el papel de asesino. Así mismo, Lemmon hubiera ganado puntos interpretando al vecino paranoico y sobrecogido.
En todo caso, la película está puesta al servicio de Aykroyd y aquí es donde también se aprecian las carencias del film en el apartado interpretativo, ya que a la mitad del metraje recae sobre él todo el peso de la historia. El pequeño contrapunto que supone la secundaria Lily Tomlin no consigue re-flotar una trama sin grandes alicientes.
En definitiva, la película Un asesino muy ético es entretenida, aunque no termina de despegar. No obstante, tiene a su favor la recuperación de la estética de la comedia negra, que tan buenos resultados dio en el pasado con obras maestras como La huella (1972).
