Amityville 4: la fuga del mal

1989. Amityville IV. El escape del demonio. La fuga del diablo. USA. Director: Sandor Stern.

Amityville 4 (1989) es conocida como el sobrenombre de La fuga del mal, La fuga del diablo y El escape del demonio en los distintos países hispanoparlantes. Aquí las presencias malignas tienen lugar a través de una lámpara que escapa de la casa de Amityville.

En este film el protagonismo lo ocupa una lámpara maligna salida de la casa de Amityville, que les llega a la familia protagonista como un regalo. La primera en caer abducida bajo la maldición será la niña. Madre y abuela empezarán a notar también el mal.

Un saga de terror en caída libre

Salvo una primera parte muy interesante y una segunda solvente, el resto de la saga Amityville es un desperdicio al completo, como sucede con las sucesivas secuelas de Los niños del maíz, Puppet Master o Leprechaun, franquicias más que explotadas de forma nefasta hasta la saciedad.

Tanto la cuarta como posteriores entregas representan una fuga del mal de la casa Amityville en forma de objetos.

En Amityville 4, film que nos ocupa, el mal escapa a través de una lámpara de pie que una familia compra para su nuevo hogar;

- en la sexta Amityville 1992", lo hace a través de un reloj de la maléfica mansión;
- en la séptima Amityville 1993: el rostro del diablo, el mal se encarna en un espejo;

- en la octava y última La casa de muñecas de Amityville una casa de muñecas, maqueta de la mansión original, causará el mal entre los habitantes.

Esta cuarta entrega de Amityville 4 La fuga del mal tiene un aspecto de telefilm, carece de una atmósfera de suspense y la acción comienza con tardanza, los actores son mediocres y la trama no te atrapa. Cuenta nuevamente con un sacerdote que trata de hacer frente al mal que habita en la casa.

Lo cierto es que es una película sin tensión. Lo que se dice un bodrio. Muchos opinan que es la peor de la saga Amityville. Parece tener todas las papeletas.

No obstante, la película tiene algún aspecto positivo, como el recurso al protagonismo de niños, que tan buenos resultados dio en Poltergueist.