1994. Ghoulies IV. USA. Director: Jim Wynorski.
Conocida en España como Los Ghoulies tras el amuleto maldito, Ghoulies IV es una película que se suma a esta saga de monstruos de serie B, con una factura tan casera que provoca más risa que terror.
Ritos satánicos, sacrificios humanos... Afortunadamente los Ghoulies salen de la oscuridad
(Frase promocional I)
Un poco de magia negra, un poco de cuero negro... y un poco de humor negro
(Frase promocional I)
Tras la estela de los Gremlins (1984) y antes del nacimiento de los Critters (1986) nacía una película llamada Ghoulies, 1985 , que tuvo hasta cuatro secuelas, con la presente.
Si las tres entregas anteriores son malas, llamar a Ghoulies IV (1994) película tiene su gracia. Es más, hasta dedicarle unas líneas se me hace difícil, porque no sé si se trata de una tomadura de pelo mayor que en Ghoulies III, donde ahí se hacía evidente que la saga Ghoulies había pasado a ser una farsa.
Lo cierto Ghoulies IV es que es un film de muy baja calidad en todos los apartados: técnicos y artísticos, con unos monstruos que dan más risa que miedo. De la película no se salva nada, salvo la persecución final en coche, que está rodada con cierto esmero.
En cuanto a la historia de Ghoulies IV, el film trata de ser una continuación de la primera parte, contando con el personaje de Jonathan Graves (Peter Liapis), que ha pasado de ser un aficionado a la brujería a trabajar como policía. En esta ocasión, los Ghoulies son invocados por una joven satánica llamada Alexandria (Stacey Randall), que además pretende encontrar un medallón con el que liberar del infierno al demonio Fausto.
Si por algo se habían caracterizado los Ghoulies durante toda la saga era por la utilización de muñecos- marionetas, algo que también puede verse en la saga Puppet Master (1998). Sin embargo, en esta ocasión, se decidió sustituir las marionetas por dos niños disfrazados de troll, algo que ya habíamos visto con sorpresa en Troll 2 (1990). Lo que es evidente es que no son Ghoulies, en sentido estricto, ya que además de no parecerse a ellos, tratarán de ayudar al protagonista.
Además, no era de esperar que Jim Wynorski ofreciera gran cosa, vista su trayectoria tan mediocre en el ámbito de los films de terror.
El gran mérito de Ghoulies IV, 1994 fue, sin duda, poner fin a la saga Ghoulies. Pero si nos ofrecen una quinta entrega, tan bien la comentaremos con gusto...